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IGLESIA CATEDRAL
ASUNCION DE LA VIRGEN MARIA
SANTIAGO




CATEDRAL METROPOLITANA DE SANTIAGO DE CHILE

En el terreno en el cual se encuentra emplazada la actual Catedral de Santiago, antes existieron dos Catedrales, las cuales fueron destruidas por distintos terremotos. Esta tercera se inició en 1748 y fue cuarenta años de iniciadas las obras, cuando Toesca se hace cargo de la construcción.

La Catedral se ubica en un terreno limitado por las calles Bandera, Catedral y la Plaza de Armas; y su acceso principal se sitúa sobre esta última. El edificio actual se remonta a 1748; sin embargo, antes que él se edificaron otros, casi en el mismo emplazamiento, que por terremotos o incendios, fueron destruidos. La Catedral de Santiago se comenzó a construir en el año 1566 y se finalizó alrededor del 1600. Sus dimensiones eran más pequeñas que la actual, pero contaba con un cuidadoso alhajamiento. 

Su acceso principal era por la actual calle Catedral, característica que se mantuvo hasta el siglo XVIII. En 1648 un terremoto afectó seriamente la construcción la cual fue rápidamente retocada gracias a la iniciativa de fray Gaspar de Villarroel. Sin embargo, al parecer, esta obra no fue muy sólida, pues en 1657 un temblor arruinó casi por completo su estructura, con lo cual su segunda restauración se realizó entre 1662 y 1687, año en que fue consagrada. 

Por causa del terremoto de 1730, se determinó que los arreglos efectuados hace cuarenta años, no habían sido una buena solución, por tanto se debía construir nuevamente Así en 1748 se acordó construir una nueva Catedral, la cual debería ser más grande y orientada hacia la plaza de armas. Para poder cambiar el acceso principal al templo, fue necesario comprar los terrenos de la esquina formada por las actuales calles Catedral y Bandera, ya que no se quiso dejar a los fieles sin lugar de oración mientras durara la construcción.

El nuevo templo fue encomendado al mayordomo Matías Vásquez Acuña, quien debió lograr una iglesia de mayores proporciones, y a la vez, resistente a los futuros terremotos. El obispo de Santiago, Juan González Melgarejo, se comprometió totalmente con esta obra y le dio el impulso necesario para su construcción. En 1768, veinte años después de haberse iniciado los trabajos, estaban terminadas dos terceras partes de la iglesia. Un año más tarde, un incendio destruyó la vieja construcción y la mayor parte de las obras de arte que se conservaban desde el siglo XVII, lo cual dio un mayor impulso a los trabajos. En 1775 se inauguró la parte posterior y la nueva Iglesia fue entregada al culto.

Sin embrago faltaba para que la Catedral de Santiago quedara lista, ya que en 1780 es designado el arquitecto italiano Joaquín Toesca para que terminara el templo La tarea que debió emprender Toesca no era simple, tenía que proyectar el tramo final que involucraba el frontispicio, respetando una planta definida anticipadamente por las fundaciones ya hechas. La solución propuesta para la fachada principal fue de estilo neoclásico, preferentemente toscano. De este modo el arquitecto concluyó la obra, cuyo resultado fue una elegante fachada, sin embargo, ésta no dejó conformes a los habitantes de Santiago.

Hacia 1830 el edificio estaba casi concluido, y en 1840 el Papa Gregorio XVI lo convierte en Catedral, este auto de erección se perdió por lo que le Papa Pío IX permite hacer uno nuevo, quedando como fecha definitiva la del 29 de Septiembre de 1873. En 1846 se dio comienzo a la construcción de la Capilla del Sagrario, la cual fue terminada por Eusebio Chelli. 

A fines del siglo XIX, el Arzobispo Mariano Casanova ordenó una serie de modificaciones que transformaron a la Catedral en el edificio que vemos hoy en día. El nuevo Arzobispo había decidido terminar la Catedral, para lo cual contrató a Ignacio Cremonesi y se dio inicio a las obras en 1898. En 1906, Casanova pudo consagrar el templo modificado. El diseño de Cremonesi está inspirado en un estilo toscano o romano, en las transformaciones la piedra se cubrió de estuco y el artesonado de madera fue reemplazado por un cielo pintado de escenas en recuadros. Interiormente la iglesia quedó constituida por tres naves: dos laterales y una central de mayor altura. 

El techo está formado por una bóveda de cañón corrido que descansa sobre pilares. En el fondo, sobre el altar mayor, la bóveda remata en una cúpula circular con tambor. Delante del altar mayor se encuentra el coro y más adelante el espacio destinado a los fieles. La decoración es abundante en pinturas y dorados. 

El cielo de las naves laterales está formado en pequeñas cúpulas, una en cada tramo, que van separadas entre sí por arcos de medio punto. Las naves se comunican entre ellas por detrás del altar mayor, el cual carece de ábside. La torre existente fue cambiada por dos nuevas torres que comparten la parte alta del frontis, sobre las cuales se instalaron las imágenes de Santiago Apóstol, la Asunción de la Virgen y Santa Rosa.

Se destacan el altar mayor, construido en Munich en 1912 en mármol blanco con aplicaciones de bronce y lapizlázuli; la capilla para el Santísimo Sacramento, copia de la de San Juan y San Pablo Mártires existentes en Roma; el órgano, los dos púlpitos y los asientos del altar, fabricados en caoba por jesuitas bávaros, durante el siglo XVIII.

(SIN MODIFICACION DE: www.iglesiadesantiago.cl)

UBICACION: Plaza de Armas 444, Santiago de Chile.





(FOLLETO TURISTICO DE: Catedral de Santiago)



 
 
(DOCUMENTO DE: "Chile Ilustrado, Guia Descriptiva del Territorio de Chile y 
Principales Capitales de Provincia“, Recaredo Santos Tornero, 1872)































 









(DIBUJO DE: Santiago, Plaza de Armas, "Santiago en Cuatro Momentos, 1810", ENERSIS, ENDESA, Universidad de Los Andes, Diario El Mercurio)


(DIBUJO DE: Santiago, Selleny, Expedición Novara, 1859)


(FOTO DE: 1873, Revista Zig Zag, N.58, 18 febr. 1906)


(FOTO DE: Diario El Mercurio)


(FOTO DE: Chiledel1900.blogspot.com)


(FOTO DE: Santiago, "Luces de Modernidad", Archivo Fotográfico CHILECTRA, 2001)



(POSTALES DE: ChileCollector.com)









































































CAPILLA DEL SAGRARIO

SANTUARIO VIRGEN DEL CARMEN
PLAZA DE ARMAS DE SANTIAGO




 




















La Virgen del Carmen en su lugar original, 
antes de ser trasladada a la Capilla del Sagrario






IMAGEN CENTRAL DE LA FACHADA DE LA CATEDRAL
ASUNCION DE LA VIRGEN MARIA








HISTORIA DE LA IMAGEN DE LA ASUNCION DE LA VIRGEN MARIA en 














(FOTOGRAFIAS DE: WFL y de mi madre Reina Liebsch Tapia, 1998, 2009, 2012 y 2013)





LA PRIMERA CATEDRAL DE SANTIAGO

La iglesia mayor de Santiago que fundó Valdivia se transformó en cate­dral cuando el papa Pío IV, por bula de 27 de junio de 1561, erigió a esta ciudad como sede de un extenso Obispado.

Tres años antes, por cédula real de 8 de agosto de 1558, el rey había dispuesto que para la construcción de la iglesia mayor de Santiago contribuyesen por terceras partes la Real Hacienda, los indios de la juris­dicción de Santiago y los vecinos encomenderos, aunque añadió que si vivieran en ella otros españoles que no fuesen vecinos también debían aportar su contribución. El gobernador García Hurtado de Mendoza (1557-1561), que se encontraba en Santiago en el referido año 1561, inició para ello la búsqueda de dinero, logrando reunir entre los vecinos la suma de 20.000 pesos de oro con los que comenzaron los trabajos. Pronto quedó de manifiesto que tal cantidad era insuficiente, por lo que sus sucesores dispusieron nuevas derramas.

Según una inscripción que existió en la fachada, la obra se inició en 1566. Por tanto, antes de esa fecha, sólo hubo acarreo de materiales, ya que consta en las actas del Cabildo que el maestro cantero pidió en junio de ese año prórroga para acabar su trabajo que no había podido hacer por falta de materiales y por no pago de su salario. Lo mismo ocurría con los carpinteros que iban a hacer la enmaderación ya que en mayo de 1568 estaba el municipio pidiendo presupuestos y averiguando acer­ca del número de operarios que requeriría la obra de carpintería de la catedral. Sin embargo, uno de los maestros había hecho un modelo dibu­jado "conforme a la obra de carpintería del monasterio de Nuestra Seño­ra de la Merced desta ciudad".

Pero las obras apenas avanzaban. Sin duda que esta lentitud se debía a tres factores: falta de dinero, defectuosa construcción de lo poco que se había adelantado y vacancia permanente de la sede obispal santiaguina. Por tanto, la llegada de un obispo eficiente y trabajador como era fray Diego de Medellín (1576-1592) no sólo permitió abrigar espe­ranzas de que lograra terminarla, sino que efectivamente, pese a su avan­zada edad, a su muerte la dejó casi concluida, faltando sólo los anexos que fueron construidos en los años siguientes a su fallecimiento.

El cantero Juan de Lezana había iniciado en 1574 la construcción de las portadas, arcos y pilares de dicho templo. Dos años más tarde tenia terminadas las dos terceras partes de esa obra deteniéndose allí la construcción, ya que en agosto de 1585 se ordenó por el Cabildo dar pregones “en el remate de la obra de los arcos de la Iglesia desta Ciu­dad". Al año siguiente el trabajo seguía sin terminar, puesto que aún fal­taban tres arcos por cubrir, añadiéndose a esta carencia la circunstancia de que no podía decirse misa en la parte cubierta, porque se carecía "de ornamentos para el culto divino" y no había "libros para el coro ni para el altar". Estas penurias determinaron que la parte superior de los arcos y paredes de los claustros laterales y de las capillas fueran terminados con material de adobes.

Terminados los arcos y puesta la techumbre en la nave principal, pudo considerarse finalizado lo fundamental de la obra de la iglesia ma­yor. Por 1591 se construyó la torre, también de adobes, y en 1593 se enmaderaron las dos naves laterales siguiendo el estilo de la nave cen­tral, aunque obligándose a poner dos vigas en lugar de las tres que tenía aquélla. Todavía en 1 de marzo de 1600 se contrató con Juan García, maestro de cantería, la obra de dos puertas laterales para la catedral: la una, llamada luego Puerta del Perdón, en el lugar donde estaba el altar del señor San José y adonde estaba sepultado el obispo don fray Diego de Medellín (costado oriental), mientras que la otra, situada en el costa­do occidental, en el "lado (en) que está enterrado el general Gonzalo de los Ríos", ambas "de cantería y molduras como está la puerta principal de dicha Iglesia".

Al parecer, la obra de la catedral, aunque era más pequeña que la actual, terminó siendo muy hermosa, tanto por la riqueza de sus adornos como por lo proporcionado de sus dimensiones. Como se ha dicho, mira­ba a la actual calle Catedral, abarcando su frente sólo un medio solar y su fondo extendiéndose en poco más de otro medio solar. Constaba de tres naves construidas de piedra de sillería, aunque también tenía unas capi­llas que surgían de sus costados oriental y occidental, todas de adobe. Según Ovalle, era toda de piedra blanca "de muy airosa y galana arqui­tectura". Lo mismo opinaba el obispo de Santiago, fray Gaspar de Villarroel (1638-1651), el que refiere que por su arquitectura era "de tan excelen­te fábrica que, aunque hay otras más suntuosas, no hay en las Indias otra que se la pueda igualar". El mismo prelado dice que durante su gobierno se acabó de hacer una sacristía nueva, la cual fue adornada con muchas pinturas que trajo desde Lima.

Anexo a la catedral estuvo el seminario que había fundado el obis­po fray Diego de Medellín en 1584, de acuerdo a lo dispuesto por el III Concilio de Lima. De principios muy modestos, funcionó los primeros años en el local de la misma catedral. Más tarde, por compra hecha en 19 de julio de 1603, adquirió un terreno situado en la misma calle de la Catedral, pero a algo más de cuatro cuadras de distancia, zona de extra­muros próxima a la ermita de Santa Ana. En 1614, según Vásquez de Espinoza, tenía ocho colegiales "con alguna renta y una chacara para su sustento". En ese terreno (Catedral esquina de Amunategui) y con el nombre de "Colegio de la Beca Azul", funcionó hasta el siglo XIX.

LA CATEDRAL RECONSTRUIDA

El costado occidental de la plaza, en cambio, se había mantenido sin grandes variaciones puesto que los trabajos de reconstrucción fueron rápidos.

En 1650, apenas tres años después de ocurrido aquel terremoto, fray Gaspar de Villarroel había logrado reconstruir la catedral. Lo había hecho con notable rapidez para la época, gracias a que se aprovecharon la nave central y los pilares de piedra de la antigua iglesia construidos por Lezana en el siglo anterior. Como decía la Audiencia, "se había re­puesto en toda su perfección la obra de cantería y se había vuelto a le­vantar todo el edificio de adobes". Habría que agregar que se hizo una nueva enmaderación, se colocó un techo nuevo y sobre uno de sus costa­dos se levantó una torre. Finalmente, en el mismo año 1650, se informó que se había adornado el costado que daba a la plaza con tres ventanas "que con sus enrejados verdes hacen hermosa y alegre vista".

Pero esta obra debió de estar muy mal hecha, porque se cayó a los pocos años a causa de un temblor ocurrido en Santiago el jueves 15 de marzo de 1657, entre las ocho y las nueve de la noche. Este fortísimo temblor fue el terremoto que asoló a Concepción y a todo el sur de Chile y que en Santiago, aunque no tuvo la violencia del ocurrido diez años antes, "arruinó y asoló toda la iglesia catedral y arcos de piedras (de la fachada) que cayeron a la banda del poniente", echó al suelo la sacristía y dañó todos los edificios que habían alcanzado a levantarse hasta en­tonces.

Por tanto, fue preciso comenzar una vez más. Al obispo Fray Diego de Humanzoro (1662-1676) le correspondió esta vez ocuparse de la res­tauración de este templo basándose, como en el intento anterior, en la muralla de cantería de Lezana, permitiendo mantener por otros sesenta años la orientación norte-sur de la catedral. Fue durante los años 1667 a 1670 cuando los trabajos tomaron un ritmo más intenso, poniéndose al frente de ellos a 40 oficiales expertos y numerosos peones, todo a un costo de 71.730 pesos. En ésta ya no se usó el adobe para terminar las murallas sino que toda entera, incluida la torre, fue completada de cal y piedra labrada asegurándose la obra con maderas de ciprés. Hay datos que confirman que el sagrario y el pulpito de la catedral, de un soberbio barroco, así como el tabernáculo de San Antonio y el de San José, fueron dorados con tejos de oro. Con todos estos esfuerzos, su terminación fue posible en el plazo de tres años, como anunciaba el Cabildo de Santiago en sesión de 3 de octubre de 1670.

Durante el gobierno del obispo Fray Bernardo Carrasco de Saavedra (1679-1695) se efectuó un ensanche de la catedral, construyéndose una suntuosa sacristía de cal y ladrillo y terminándose el coro. La sillería y la enmaderación de la sacristía costaron, sólo en concepto de honorarios, 2.150 pesos y si a esto añadimos el baptisterio y los estribos que se agre­garon al templo, debemos concluir que la obra reemprendida por el obis­po Carrasco fue de mucha magnitud y elevó el costo final de la catedral a una suma que bordeaba los cien mil pesos. Con todas estas demoras, la consagración de la catedral sólo vino a hacerse en 1687, según consta en un acuerdo del Cabildo de 28 de noviembre de ese año, el cual dispuso que se conmemorara el hecho con fiestas y toros.

El cronista Pedro de Córdoba y Figueroa, escribiendo después de ocurrido el terremoto de 1730, nos ha dejado su impresión sobre este edificio después de la restauración efectuada en la década de 1740. De­cía que todos los templos de Santiago eran ostentosos y que la catedral constaba de tres naves "de pulido maderamen su techumbre y sobre ca­nes y corpulentas trabes costosamente encolleradas". Agregaba que sos­tenían toda esta obra "dos órdenes de arquería de fina cantería de piedra de admirable simetría y proporciones", los mismos -agrega- que alababa el obispo Villarroel y que no son otros que la obra de Lezana de fines del siglo XVI. Esta catedral, por tener la misma planta que la primera, estuvo también rodeada por el cementerio a que nos referimos en la primera parte de este capítulo; en el solar que daba hacia la calle Compañía con­taba con oficinas del Obispado y con tiendas pertenecientes a la capellanía del obispo Salcedo, todas con frente a esa calle, pero la residencia episco­pal se encontraba en la actual calle Rosas, lo que motivó que entonces se llamara calle del Obispo.

LA SEGUNDA CATEDRAL DE SANTIAGO

La catedral, a diferencia de lo ocurrido con los temblores del siglo XVII, en el de 1730 sólo perdió la torre, aunque ésta, en su caída, destruyó parte de la techumbre del templo. La restauración no se hizo esperar, ya que casi de inmediato fue "fabricada otra (torre) en lugar más adecuado que, aunque es de adobes crudos, está enllavada (revestida) de maderas y sobre elevados cimientos de piedra de cantería, coronada de corredores y de una media naranja ovada de cal y ladrillo que será de mucha dura­ción y de bastante resistencia al ímpetu de temblores". Esta torre, dota­da de nuevas campanas, había sido hecha a imitación de la del monaste­rio de las Agustinas, la que basaba su prestigio en que, aunque construi­da en 1682, pudo resistir perfectamente el terremoto de 1730. Tenía una altura de casi 20 metros, contaba con balcones y celosías y estaba tam­bién rematada con una media naranja en su extremo.

Por tanto, el problema de la catedral de Santiago, estructurada sobre la base de sus antiguos muros y con su frontis mirando a la actual calle Catedral, no era el de su reconstrucción, sino únicamente el de su mantenimiento y restauración permanentes. Por tanto, en un primer ins­tante se creyó que bastaría con reparar una vez más la techumbre y algu­nos arcos de piedra dañados, el baptisterio, el almacén y otras oficinas, gasto que en 1741 había sido apreciado en 17.500 pesos.

Sin embargo, ya en 1747 los peritajes fueron más pesimistas por lo que las autoridades eclesiásticas comenzaron a pensar en que la refac­ción de la vieja catedral no era una buena solución y en cambio si lo sería construir una nueva. Se unía a ello la constancia del daño de los muros de la vieja iglesia los que, en parte, estaban inclinados luego de soportar, en sus casi doscientos años de vida, muchos temblores y dos grandes terremotos. Al mismo tiempo, se consideró el aumento de población que había tenido la ciudad en este largo tiempo lo que hacia estrecho al viejo templo "para el numeroso gentío del pueblo". Se habló también de "su desproporcionada fábrica por haberse construido con la fachada y su puerta principal a una calle particular y dándole el costado a la Plaza Mayor", posición que producía una "incoherencia" con respecto al pro­greso urbano de Santiago, considerando que la Plaza Mayor o de Armas era el centro político, social, religioso y cultural de la ciudad y nada hacía suponer que no lo seguiría siendo.

En 1748 se determinó construir una nueva catedral, la cual debe­ría ser más grande; para conseguirlo, debía cambiar su antigua orienta­ción sur norte para mirar ahora a la plaza. Tal propósito requirió de la inversión de la suma de 8.400 pesos en la compra de las casas de Antonio Bascuñán y del gobernador Juan de Ovalle, ambas situadas en la esquina de las actuales calles de Catedral y Bandera, lo que permitiría hacer este cambio. Los trabajos se iniciaron, precisamente, por esta parte posterior en los terrenos recién adquiridos, decidiendo que, mientras se construía el nuevo edificio, se mantuviera el antiguo templo para no suspender las liturgias propias de la sede del obispo. Los planos se debieron a Matías Vásquez de Acuña, mayordomo de la "fábrica" de la catedral, quien tuvo que conciliar dos metas principales: levantar una iglesia de grandes pro­porciones y, a la vez, darle la solidez necesaria para resistir los futuros sismos que ocurrieran en Santiago. La solución consistió en construir todos sus muros de piedra de cantería, hacer cimientos profundos (casi 4 metros) y darle una altura de 16 varas (13,37 metros) "que es lo menos a que se puede reducir, para que no quede dicha iglesia en despropor­ción notable respecto de las otras iglesias de esta Ciudad". Pero así como los planos y la realización de ellos fueron obra del arquitecto Vásquez de Acuña, el impulso necesario para obtener los cuantiosos fondos que re­quirió levantar la nueva catedral se debió a dos obispos de Santiago: Juan González Melgarejo (1745-1754) y Manuel de Alday y Axpée (1755-1788), los que se comprometieron totalmente con esta obra, suplementando el presupuesto inicial que había sido de 230.114 pesos con 4 reales, de manera que en 1777 los aportes hechos, tanto por el rey como por los obispos de Santiago, sumaban 390.539 pesos.

La construcción del nuevo templo se inició el día 3 de julio de 1748 a un ritmo relativamente rápido, pues ya en 1764 se informaba que la altura de las murallas había alcanzado el nivel planeado. Esto se refería a la parte trasera del nuevo templo, desde la actual calle Bandera hasta topar con el edificio de la antigua catedral. Faltaba aún demoler el tem­plo antiguo y construir, tanto lo que ocupaba el ancho de éste, como el espacio que existía entre dicha iglesia antigua y la Plaza Mayor, corres­pondiente al cementerio que en esa parte abarcaba el trecho de dos ar­cos y el frontis. Este notable avance de las obras permitió al obispo Alday en 1768, veinte años después de haberse iniciado los trabajos, informar que estaban terminadas las dos terceras partes del nuevo templo.

Sin embargo, se presentó el inconveniente de que el 22 de diciem­bre de 1769 se incendió la vieja catedral. Esta desgracia provocó la des­trucción de casi todas las obras de arte que se conservaban desde media­dos del siglo XVII, entre ellas dos órganos, la sillería del coro tallada en cedro y trece altares con todos sus adornos. Ello obligó, tanto al obispo como a los canónigos, a ocupar la iglesia de la Compañía para hacer los oficios propios de la catedral. Este percance impulsó todavía más los trabajos de terminación de esta obra, la que pudo ser entregada al culto el 8 de diciembre de 1775. En esa fecha, la nueva iglesia tenía de largo (de oeste a este), 80 varas (66,88 metros), faltando sólo el Sagrario, le­vantar cuatro arcos cuyos cimientos ya estaban hechos, y labrar el frente a la Plaza Mayor. En cambio se encontraban terminadas las dos sacristías, el altar mayor y el presbiterio, una torre provisional de madera y, como se dijo, más de la mitad del largo total de las tres naves.

Habiendo fallecido Vásquez de Acuña en 1773, lo sucedieron di­versos mayordomos hasta que, en 1780, se designó al arquitecto italiano Joaquín Toesca para que terminara el nuevo templo. Este se abocó a hacer algunas precisiones a la fachada principa acompañando planos de las fachadas laterales y de la iglesia del Sagrario también frente a la plaza y junto a la catedral.

La nueva catedral, sin embargo, no dejó conformes a los habitantes de Santiago y tampoco atrajo especialmente la atención de los viaje­ros que visitaron Santiago a fines del siglo XVIII y principios del XIX, quienes le dedicaron breves observaciones. Así, Samuel Haig dijo en 1817 que el estilo de la catedral era el "más serio y puro que todo lo que antes había visto", mientras Johnston en 1812 agregó, sarcásticamente, que la catedral hacía cincuenta años que había sido empezada y sin duda demo­raría otros tantos años, porque así los sacerdotes podían seguir pidiendo limosna para su construcción. Haenke, que la conoció en 1794, dedicó algunos párrafos a describirla diciendo que era "uno de los más nobles y majestuosos edificios que adornan la ciudad", agregando que, aunque estaba sin acabar, ya tenía de largo cien varas castellanas, se componía de tres naves, y su enmaderación era de colleras "afianzadas en su mura­lla". Terminaba diciendo que su altura, por temor a los temblores, no era proporcionada a su largo y ancho, afirmación corroborada por otros tes­tigos posteriores que la consideraban lóbrega, formando un conjunto triste y, a pesar de tener algunos magníficos altares, éstos no lograban luci­miento, debido a que las tres naves quedaban "oprimidas en una tétrica oscuridad". Muchos opinaban que la solución a este problema consistiría en agrandar las ventanas y elevar las bóvedas a una altura que guardara proporción con el ancho y el largo del edificio y, sin duda, de esta opinión generalizada a lo largo del siglo XIX derivaron las modificaciones que el arzobispo Mariano Casanova (1887-1908) ordenó hacer a finales de ese siglo.

(SIN MODIFICACION DE: “Santiago de Chile, 1541 – 1991, Historia de una Sociedad Urbana”, Armando de Ramón, 2000)





(DOCUMENTO DE: Revista En Viaje, N.236, jun. 1953)



FUENTES DE CONSULTA SOBRE LA CATEDRAL DE SANTIAGO

- www.memoriachilena.cl, 
- www.auroradechile.cl, 
- www.plataformaurbana.cl, 
- www.iglesiaspatrimoniales.cl, 
- www.urbatorium.blogspot.com

- LA MANZANA DE LA CATEDRAL EN SANTIAGO DE CHILE: EXPANSIÓN Y CONTRUCCIÓN URBANA, 1874-1913 de Macarena Ibarra y Marco Barrientos, Revista de Historia N° 44, vol. I, enero-junio 2011, Instituto de Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile, en www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-71942011000100003&script=sci_arttext y www.es.scribd.com/doc/209832851/La-Manzana-de-la-Catedral-en-Santiago-de-Chile-Expansion-y-Construccion-Urbana-1874-1913




EN PARROQUIA EL SAGRARIO FUE ENTRONIZADA IMAGEN DE LA VIRGEN DEL CARMEN

Cardenal Francisco Javier Errázuriz presidió solemne Misa de entronización de imagen de la Virgen del Carmen hasta este histórico templo que fue la primera parroquia del país, creada en 1546.

“Madre y Reina de Chile, toma posesión definitiva de este sitial que te pertenece. Virgen del Carmen, te encomendamos el vigor del alma de esta patria, a ti, bendita Mujer, porque eres tú misma el Alma de Chile”, dijo el Padre Joaquín Alliende, quien tuvo a su cargo la homilía.

En una restaurada Parroquia El Sagrario, ubicada a un costado de la Catedral Metropolitana, fue entronizada este viernes 16 la imagen de la Virgen del Carmen, coronada como Madre y Reina de Chile en 1926. Esta imagen hasta marzo de 1985 se encontraba en la Basílica del Salvador, y por efectos del terremoto de ese año debió ser trasladada a la Catedral Metropolitana.

La restaurada Parroquia El Sagrario quiere convertirse en un lugar de culto y devoción en honor a la Virgen del Carmen, ubicado en el corazón de la ciudad de Santiago, en el Kilómetro cero de Chile. En este lugar nació nuestra Iglesia.

La restauración

Los trabajos de restauración estuvieron a cargo de la arquitecto Amaya Irarrázaval Zegers, y consistieron en reconstituir la estructura dañada por los sismos, limpiar las pinturas originales del techo, recuperar pinturas de murallas que habían sido sobrepintadas, colocar una nueva iluminación, y remodelar el presbiterio y el entorno arquitectónico para entronizar la imagen de la Virgen del Carmen.

El financiamiento económico de la restauración del templo fue posible gracias a donaciones de numerosos laicos y de la empresa privada. En este sentido cabe destacar el significativo aporte de la Fundación Ossa Fernández. La obra estuvo a cargo de la Cofradía Nacional del Carmen, la Corporación Identidad Patrimonial y la Fundación Ossa Fernández. Esta última, ya ha invertido más de 1.500 millones de pesos en la construcción de nuevos templos en sectores populares, y espera poder materializar nuevas construcciones, por lo cual hace un llamado a todo aquel que quiera sumarse a esta iniciativa, lo pueda realizar depositando en la cuenta corriente Nº 15-70579-5, de la Fundación Ossa Fernández del Banco Bice o comunicándose directamente a la misma.

Parroquia El Sagrario

La Parroquia El Sagrario, declarada monumento nacional, forma parte del conjunto arquitectónico-religioso que conforma la fachada poniente de la Plaza de Armas de Santiago, junto a la Catedral Metropolitana y el Palacio Arzobispal, ambos Monumentos Nacionales. Es uno de los hitos históricos y arquitectónicos más antiguos de Santiago. Creada como parroquia en 1546, el edificio fue proyectado por el connotado arquitecto Joaquín Toesca y terminado en 1863 por Eusebio Chelli.

La imagen

La imagen de la Virgen del Carmen que será entronizada en la Parroquia El Sagrario es de madera policromada. Es de propiedad de la Cofradía Nacional del Carmen, fue encargada a Francia por don José Ramón Ossa en 1833 para
uso privado de su familia en Copiapó. En 1865, don Valerio Quesney Ossa la trae a su domicilio en Santiago (Alameda esquina de Lord Cochrane) y la facilita para las procesiones del 16 de Julio, en la festividad del Carmen.
Mientras que en 1873, se inicia la construcción de la iglesia de El Salvador en reemplazo de la iglesia de la Compañía, la Cofradía compra la imagen (1874) y aporta dinero y trabajo para que tuviera un lugar especial en ella. Efectivamente, la imagen estuvo en la Basílica del Salvador desde 1890 hasta 1985 en que por efecto del terremoto, se debió trasladar hasta la Catedral.

En 1923, los obispos chilenos habían elegido la imagen de la Cofradía para ser coronada Reina y Madre de Chile por el delegado del Papa Pío XI (Monseñor Aloysi Masella), lo que ocurrió el 19 de diciembre de 1926 en el actual Parque O’Higgins ante más de 400.000 fieles.

Devoción del Carmen

La devoción a la Virgen del Carmen está muy presente en el pueblo chileno y fue traída en 1595 por los Agustinos, quienes predican intensamente la devoción de Nuestra Señora bajo la advocación del Carmen. En 1643 fundan la Cofradía Nacional del Carmen en Concepción. Cada 16 de julio se realizaban procesiones por el centro de la ciudad.
En 1690 llegan las primeras monjas carmelitas a fundar en Chile (Monasterio. Carmen Alto en la actual calle Carmen esquina de Alameda) y en 1760 fundan el Carmen Bajo (actualmente Independencia 229).Estos dos monasterios fortalecen la devoción a Nuestra Señora del Carmen.

En 1755, don Martín Lacunza manda confeccionar en Quito, una imagen de nuestra Señora del Carmen. Se veneró en su chacra de Ñuñoa y la facilitaba a los Agustinos para las procesiones. En 1945, sus descendientes la donaron al Cardenal José María Caro quien la destinó para el Santuario de Maipú, donde se venera actualmente.

Durante el siglo XIX, la devoción a Nuestra Señora del Carmen estuvo marcada por las gestas de la Independencia. Con la llegada de los padres Carmelitas en 1899, la devoción se vio nuevamente fortalecida. En 1916 comienza la preparación del centenario del juramento a Nuestra Señora del Carmen lo que concluye en un nuevo juramento de fidelidad que hace todo el país .Esto redunda en la coronación pedida por los Obispos al Papa Pío XI de Nuestra Señora del Carmen como Reina y Madre de Chile.

En 1943, se inicia la construcción definitiva del Templo Votivo de Maipú que fue inaugurado por el Cardenal Raúl Silva Henríquez el 23 de noviembre de 1974 y concluido en 2002.

Las manifestaciones más populares de devoción siguen siendo la Novena que se reza a la Virgen del Carmen antes del 16 de julio y la Procesión que desde el año 1971 se realiza el último domingo de Septiembre, día de oración por Chile, expresiones que crecen en número de fieles y en importancia en la vida de la Iglesia.

(DOCUMENTO SIN CORRECCION DE: www.iglesia.cl, 16 de julio de 2004)


CRIMEN EN LA CATEDRAL

JOVEN ASESINA A SACERDOTE EN LA CATEDRAL

El agresor, de 25 años, gritó "por Satán" al acuchillar al religioso frente a los feligreses.Policía allanó anoche la casa del asesino en Coihaique y el centro de Santiago.Un grito de dolor a través de los parlantes. El eco ensordecedor rebotando en las paredes de la catedral. El sacerdote caía. Los feligreses se ponían de pie. Un joven se reía y se untaba la cara con la sangre del cura agonizante.

En un minuto se detuvo el tiempo al interior de la Catedral Metropolitana. Por primera vez en la historia de Chile un cura era asesinado frente a decenas de feligreses.
Rodrigo Enrique Orias Gallardo, de 25 años, salió desde la penumbra, aparentemente de un cofesionario, gritó "¡por Satán!" y enterró una daga en el cuello del sacerdote Faustino Gaziero D'Stefani. El joven lo tomó por el cuello le propinó varios cortes y se reía, mientras los feligreses trataban de atender, horrorizados, al sacerdote que agonizaba.

Antecedentes


De acuerdo a información policial, el agresor no tendría antecedentes delictuales o de trastornos mentales conocidos. Sin embargo, trascendió en fuentes policiales que fue detenido hace algún tiempo en Conchalí en manifestaciones de tipo satánicas. Sin embargo, ello se contradice con el hecho de que Orias dejó Coihaique el 9 de julio. Al joven se le vincula en esferas policiales a una secta denominada "Rayo Divino", de la cual no hay antecedentes.
Numerosos tatuajes con figuras demoníacas en sus brazos y la frase "yo soy Satán" hicieron pensar inmediatamente en un rito satánico, mientras era atendido en la Posta Central. Incluso, él habló de "magia negra" cuando era apresado.
Ante la sospecha de un posible vínculo con sectas satánicas, la policía allanó la vivienda del sujeto en Coihaique y cerca de la medianoche, personal de la SIP y Labocar de Carabineros hizo lo propio con la habitación que Orias arrendaba por $40 mil en la calle García Reyes, en el centro de Santiago. Allí encontraron numerosas fotografías, cruces invertidas y sábanas negras y un cuerno de carnero.
El general de Carabineros Héctor Henríquez señaló que el agresor no estaba ebrio ni drogado, sino que completamente lúcido cuando cometió el crimen. Otras fuentes policiales indicaron que Orias habría estado horas antes del ataque en un bar cercano a la catedral con otros sujetos.
Varias son las extrañas coincidencias que cruzan a Orias y Gaziero. El sacerdote estuvo varios años en Coihaique, donde vivía hasta hace tres semanas su asesino. Pero, además, el presbítero radicaba en Conchalí,, donde existen los presuntos antedentes policiales de actividades satánicas de Orias.
Hasta el lugar del crimen llegaron el subsecretario del Interior, Jorge Correa Sutil, y el alcalde de Santiago, Joaquín Lavín, quien conocía al sacerdote degollado.
El alcalde calificó el crimen como "un hecho inexplicable, un acto de locura. Tiene que hacerse justicia muy a fondo, muy fuerte". Anunció que el municipio iniciará acciones legales contra el agresor y el caso pasó al Decimocuarto Juzgado del Crimen a cargo de la jueza Celia Catalán.
Correa Sutil expresó las condolencias del Gobierno a la Iglesia Católica y a la congregación. No está aún claro, que se puedan adoptar medidas de protección especial para hoy en éste u otros templos.

"Mártir"


Para este mediodía, está previsto que el Cardenal Francisco Javier Errázuriz oficie en la misma Catedral la Eucaristía de la fiesta del Apóstol Santiago, patrono de la arquidiócesis.
El obispo auxiliar de Santiago, monseñor Cristián Contreras estaba consternado por el crimen y calificó de "mártir" a Gaziero. Destacó el apoyo y solidaridad de quienes expresaron su dolor por el ataque.
También llegó hasta el templo Viviana Vicencio, psicóloga y amiga del sacerdote, quien quedó impactada. "Hacía su misa y quien quería se le acercaba y le tocaba las manos", recordó.

Servita


El sacedote Faustino Gaziero D'Stefani tenía 69 años, era presidente de la Fundación Educacional Santa Teresita y miembro de la Congregación Siervos de María.
Nacido en Italia, en 1935, se ordenó presbítero en 1960. Ese año llegó a Chile.
Gaziero pertenecía a la orden de los Siervos de María (servitas), congregación a la que pertenecen los obispos Juan María Agurto, coadjutor de Ancud, y Luis Infanti, Vicario Apostólico de Aisén. Oficiaba la eucaristía en la Catedral.
Además, desde 1977 estaba, en Santiago, en la parroquia Santa Teresita, de Conchalí y en el colegio de la misma zona.

Perfil del asesino


Cercada por detectives de Investigaciones permanece desde ayer en la tarde la humilde casa donde hasta hace poco vivía, en Coihaique, el joven de 25 años que degolló a un anciano sacerdote al término de una misa en la Catedral de Santiago.
Ni los periodistas ni los vecinos de la modesta casa de calle Guacolda 171, en el sector alto de la ciudad, pudieron acercarse al inmueble de latón y techo amarillo. En su interior se encontraban los dos padres del joven homicida (Víctor Hugo Orias, estafeta del Servicio de Salud de Aisén, y María Gallardo) y presuntamente tres hermanos (un hombre y dos mujeres). Rodrigo era el mayor.
Una vecina de la casa, Angélica Remoncoi, se mostró visiblemente sorprendida por la noticia, asegurando que el muchacho llevaba una vida normal en Coihaique y que recién el 9 de julio pasado se fue rumbo a Santiago. Según ella, el joven les dijo a sus padres que vendieran sus pertenencias porque había decidido no regresar.
Un profesor de Rodrigo Orias, Dionisio Ampuero, que le hacía clases de lenguaje, lo describió como un joven normal. "Era muy dócil. Cometía los errores de cualquier muchacho, pero nunca fue agresivo. Incluso, cuando le llamábamos la atención, acataba muy bien las órdenes". Era deportista.
Otros vecinos contaron que el joven llamaba la atención por su manera de vestir. Siempre de negro, con abrigo largo del mismo color y con el cuello subido, al "estilo vampiro. Lucía cruces invertidas y cadenas, además de botas militares. Rodrigo Enrique Orias permaneció cuatro años internado en la Escuela Agrícola de Coihaique, donde egresó el año 1998. Hasta ese momento su apariencia siempre fue normal. Delgado, pelo liso y oscuro, más bien bajo y tez blanca. El mismo profesor dice que dos años después lo vio y estaba totalmente cambiado. Usaba el pelo muy largo y un moño amarrado. Vestía totalmente de negro y usaba siempre un abrigo negro y largo. "Ahí me contaron que había entrado a una secta satánica, pero después nunca supe más de él".
Desde que salió de la Escuela Agrícola trabajaba esporádicamente en lo que allí llaman "changas", o sea pequeños empleos.
Lo único que llamaba la atención del vecindario era que el muchacho a veces se encerraba por dos o tres días. Se dice que tenía muy pocos amigos.
Anoche, los policías retiraron de la casa dos bolsos con todas las pertenencias del homicida.


(SIN MODIFICACION DE: Diario La Tercera, Domingo 25 de julio de 2004)



(FOTO DE: Eugene Maunoury, 1870, Biblioteca Nacional de Francia)


(FOTO DE: Charles Wiener, 1888, Biblioteca Nacional de Francia)


(DIBUJO DE: Ignacio Cremonesi, Facultad de Arquitectura, Universidad Católica de Chile)


(DIBUJO DE: Ignacio Cremonesi, Facultad de Arquitectura, Universidad Católica de Chile)


(FOTO DE: Facultad de Arquitectura, Universidad Católica de Chile)









(FOTOGRAFIAS DE 1998 Y 2009)




(FOTOGRAFIAS ANTIGUAS DE: Chile del 1900, blogspot.com, de Manuel Plaza)


(DOCUMENTO DE: ”Historia de la Compañía de Jesús en Chile”, Walter Hanisch, 1974)



(DOCUMENTO DE: “Histórica Relación del Reyno de Chile“, Padre Alonso de Ovalle, 1646)






(DOCUMENTO DE: Revista Zig Zag, N.290, sep. 1910)


CATEDRAL METROPOLITANA DE SANTIAGO

HISTORIA

La historia de la Catedral es, sin duda, controversial. Lo poco y nada de estudios y documentación sobre la historia del arte en Chile durante la Colonia, y la ausencia de discusiones sobre el tema, dificultan la exactitud de datos en la construcción de una historia para la Catedral. Algunos autores hablan de cinco etapas, otros de siete y otros tantos mencionan solo cuatro etapas para ser la que actualmente conocemos. Algunos, simplemente, obvian la cantidad de veces que la Catedral tuvo que ser reconstruida o remodelada, producto de los daños ocasionados por incendios, saqueos y un sinnúmero de terremotos, siendo esto último el sino de la Catedral e, increíblemente, un atractivo turístico; y, por cierto, un desafío para los arquitectos y constructores que, en cada etapa, debieron enfrentar con sus propuestas la fuerza de la naturaleza.

Aún así, se sabe que, la Catedral fue la primera iglesia planificada por Pedro de Valdivia, fundador de Santiago, el 12 de febrero de 1541 en el lado poniente de la Plaza Mayor (actual Plaza de Armas). Esta primera construcción modesta, quedó completamente destruida, después del alzamiento indígena encabezado por Michimalonco (cacique que se opuso tenazmente a la conquista de los españoles) el 11 de septiembre de ese mismo año.

Posteriormente, la Catedral sufre una seguidilla de desastres tanto naturales como provocados por el hombre, erigiéndose numerosas veces con diferencias de tamaño, de orientación y de materiales, a merced de los obispos y arquitectos de turno y de acuerdo a las necesidades que iban surgiendo desde la comunidad, hasta llegar a ser la de hoy.

Cabe destacar que, la Catedral en sus inicios solo era una humilde capilla emplazada en la Plaza Mayor y no fue hasta el año 1561 cuando, el Papa Pío IV, erige el Obispado de Santiago consagrando su catedral. La ceremonia de erección de la diócesis y, por ende, de la catedral fue efectuada en julio de 1563. Estos hechos, marcarían el inicio de la Catedral y determinarían la historia de la sociedad chilena, orientada por la iglesia durante muchos años.

La Catedral emplazada presentemente en la Plaza de Armas, se remonta al año 1745 cuando el Obispo González Marmolejo encargó la obra al constructor Matías Vásquez de Acuña, cuyos planos fueron ejecutados por los arquitectos bávaros Pedro Vogl y Juan Hagen. Lo más importante en esta edificación fue su nueva orientación de oriente a poniente. Posteriormente, ésta, sufrió grandes daños después de un terremoto y un incendió años más tarde.

En el año 1780, con el apoyo del Obispo Manuel de Alday, asume la obra el arquitecto italiano Joaquín Toesca, quien trabajaría sobre la planta ya existente introduciendo todo su estilo a la nueva Catedral. Toesca murió sin ver la obra terminada y Juan José de Goycoolea, como director, continuaría la obra siguiendo con estricto rigor los planos elaborados por su maestro.

En el año 1899, el Arzobispo Mariano Casanova contrató al arquitecto italiano Ignazio Cremonesi para hacer los trabajos de embellecimiento de la Catedral, para “dignificar” su estado que, en ese entonces, era austero y penumbroso. Cremonesi hizo una transformación radical a la Catedral y algunos de sus excesos fueron corregidos con el tiempo.

ARQUITECTURA

El accidentado recorrido histórico que ha tenido la evolución de la Catedral de Santiago también es posible apreciarlo a través de su conformación arquitectónica. Si bien son varias las etapas de configuración por las cuales ha caminado relacionado con los eventos de desastres naturales y humanos, podemos diferenciar cuatro grandes etapas en las cuales, según a nuestro criterio y para su mejor comprensión, podemos dividir el desarrollo arquitectónico de este edificio: una primera etapa primitiva, que va desde los inicios de las construcciones en 1541, incluyendo los innumerables intentos fallidos por mantenerla de pie, hasta el terremoto de 1730; una segunda etapa, con las trascendentales modificaciones de Matías Vásquez de Acuña; una tercera etapa, en relación al aporte del arquitecto Joaquín Toesca; y una cuarta etapa, con las transformaciones finales realizadas por el arquitecto Ignacio Cremonesi. Así, el templo evoluciona constructivamente desde adobe, pasando por piedra de cantería, ladrillo hasta acero y hormigón armado; y el desarrollo espacial desde un pequeño lugar interno adintelado a la construcción de tres naves con la central de mayor altura y rematada por bóvedas de cañón y sus muros completamente revestidos para la incorporación de profusa decoración.

En su primera etapa, una vez fundada la ciudad de Santiago y divididos los terrenos para la organización de la ciudad, se procede de inmediato a los primeros trabajos para erigir la iglesia que, de acuerdo a las costumbres españolas traídas por los conquistadores, debía estar situada junto con los edificios principales coloniales en la Plaza Mayor. Es así, que se designan los terrenos del lado nor-poniente de la plaza para que se construya el templo que, según las planificaciones proyectadas, poseía la entrada principal por la actual calle Catedral. Se sabe que esta primera edificación provisoria, rústica de adobe y techo de paja, quedó absolutamente destruida por un incendio provocado por el Cacique Michimalonco. Posteriormente, una serie de sucesos desafortunados a través del tiempo, hacen que el templo se reconstruya una y otra vez. Terremotos e incendios fueron los encargados de derribar estas construcciones y que, una vez comenzados los trabajos de reedificación posteriores a estos desastres, se procedía a la aplicación de nuevos materiales, técnicas y terminaciones que con el transcurso de los años iban siendo parte de la modernización de la obra.

Trascendental fue el terremoto de 1730, ya que a partir de este desastre se comienza a edificar la que conocemos actualmente como la Catedral de Santiago. En este proyecto se consideró por razones económicas y de seguridad sísmica la mampostería de piedra para las fundaciones y la piedra de sillería para la construcción de muros perimetrales, pilares y arcos. El encargado de este proyecto fue el constructor Matías Vásquez de Acuña el cual le da al templo las actuales dimensiones espaciales, de conformación basilical en tres naves y el responsable de cambiar la orientación del edificio, que desde ese instante tuvo una orientación oriente-poniente, a la vez que su entrada se localizó por la Plaza de Armas. Muere trabajando en este edificio, dejando construidos dos tercios del templo. Se le asigna la obra a Francisco Antonio De Barros que, por razones de salud, también deja el proyecto. En 1780 el arquitecto Joaquín Toesca asume la dirección de los trabajos.

El arquitecto italiano Joaquín Toesca combina dos puntos importantes: debe seguir el trabajo inconcluso de Vásquez de Acuña siñiéndose a los planos proyectados anteriormente por los hermanos Jesuitas, con la aplicación de sus ideas arquitectónicas innovadoras traídas del viejo continente e influenciadas por las nuevas corrientes neoclásicas imperantes en la arquitectura y la decoración. Rediseña la fachada de la catedral en un estilo “toscano” (llamado “dórico” por el clasicismo de finales del siglo XVIII), utilizando columnas, pilastras adosadas acanaladas, frontones circulares que coronan las puertas de entradas y rematados por sendos arcos de medio punto. También ejecuta la Capilla del Sagrario y el Palacio Arzobispal en el mismo estilo. Proyecta también una torre al poniente de la Capilla del Sagrario, pero muere antes de construirla, por lo que se encarga de esta obra su discípulo, Juan José de Goycolea. También el edificio es rematado en su cornisa con una balaustrada y un frontón triangular.

Posteriormente, el proyecto es tomado por una serie de profesionales sucesivos, realizando distintos cambios y remodelaciones. Es con Eusebio Chelli que se unifican las fachadas de la Catedral y de la Capilla del Sagrario, y con Juan Murphi, en 1874, se construye la torre de dos cuerpos sobre la parte norte de la Capilla del Sagrario.

La última etapa, y en la cual se realiza la transformación más importante y que se mantiene hasta el día de hoy, corresponde a la realizada por el arquitecto italiano Ignazio Cremonesi, contratado por el Arzobispo Mariano Casanova en 1898. Él desarrolla la transformación final de la fachada oriente del templo que da a Plaza de Armas, aunque mantiene respetuosamente el trabajo realizado anteriormente por Toesca. Se construyen las dos torres principales sobre la fachada oriente y la cúpula central, las cuales se realizaron con la tecnología constructiva de acero y hormigón armado. También los muros norte y poniente, que se encontraban con el material de piedra completamente desnuda, fueron recubiertas con albañilería de ladrillos y mortero de cal, a modo de una “segunda piel”, y la balaustrada sobre el muro perimetral norte, para disimular la nueva cubierta. Amplía las pequeñas ventanas que existían hasta ese entonces, utilizándolas para la creación de vitrales. Interiormente, se demolió la enmaderación de la techumbre y se construyó la bóveda de cañón en la nave central.

Posteriormente, en el año 2000, con motivo de la extensión de la línea 5 del metro de Santiago, se intervinieron las dovelas de los arcos, a modo de consolidación de su estructura, manteniendo así, hasta el día de hoy, la imagen exterior que podemos apreciar.

ORNAMENTACION

Entrando a la Catedral, nos encontramos con las tres puertas que dan a la Plaza de Armas, las cuales están talladas en cedro, se cree, a comienzos del siglo XIX. El piso es de baldosa que va formando figuras geométricas.

Sobre el atrio se encuentra el Gran Órgano de tubos, fabricado en la casa Flight de Londres, por encargo, del entonces, Arzobispo Rafael Valdivieso. Llegó a Chile en diciembre de 1849 y se estrenó por primera vez durante la Semana Santa de 1850.

En la nave central, podemos apreciar una de las tantas intervenciones de Ignacio Cremonesi en la Catedral. Construyó un cielo falso, abovedado, revestido en yeso y copiosamente adornado con molduras, cornisas, medallones y con ilustraciones de escenas bíblicas, con fuertes influencias de artistas italianos. Además, de la pintura marmolada en algunos sectores y detalles.

Sobre los pilares de la nave central, se encuentran imágenes de Profetas y Apóstoles, evidenciando la unidad de las dos alianzas, base de la fe cristiana. Esta imaginería es de madera tallada y dorada a fuego, encargada a Francia en 1850 por el Arzobispo Valdivieso (otra versión, menciona que fueron hechos en el taller jesuita ubicado en calera de Tango en el siglo XVIII, de estilo barroco bávaro).

También, debe mencionarse los dos púlpitos adosados a cada lado de la nave central, con aplicaciones doradas, de estilo neoclásico, fabricados en la primera mitad del siglo XIX. Antiguamente, eran ocupados para predicar el Evangelio y leer las epístolas.

La nave central termina en el Presbiterio, donde está ubicado el Altar Mayor, la Cátedra y el espacio donde se reúnen los sacerdotes. Culmina al fondo, en un retablo que en el centro está la imagen de la Asunción de la Virgen con los brazos abiertos y acompañada de ángeles. A su derecha, encontramos la imagen de Santa Rosa de Lima, patrona de América y a la izquierda el Apóstol Santiago, patrono de la ciudad. Este conjunto es de origen francés, traído en 1865, de madera policromada y dorada. Junto al coro, en el pilar izquierdo, encontramos el Crucifijo de bronce donado, por Pío IX, a la Catedral.

El Altar Mayor, ubicado al fondo de la nave central, hecho de mármol blanco, con aplicaciones de piedras y adornos en bronce, acoge y destaca un gran templete para la exposición del Santísimo Sacramento. Este valioso altar fue construido en la Casa Mayer de Munich en 1912. El altar está coronado por un pelícano, símbolo del amor de Cristo por su Iglesia. Delante del templete se encuentra el cordero de Dios, símbolo de Jesucristo, en su entrega en la cruz.

Encontramos aquí, delante del altar, unos asientos tallados en madera destinados a los sacerdotes. Éstos fueron fabricados en caoba, por los jesuitas bávaros de Calera de Tango, durante el siglo XVIII. Ubicada a un costado, está la Cátedra, su dosel es en madera de nogal tallado y dorado y también sería encargo del Arzobispo Rafael Valdivieso a mediados del siglo XIX.

Entre los años 2005 y 2006 el altar fue remodelado junto con la cripta arzobispal, que se encuentra debajo del Altar Mayor, donde se sepultan los restos de los Obispos y Arzobispos de Santiago. Fue realizada por los arquitectos Sebastián Bianchi, Patricio Mardones y Rodrigo Pérez de Arce. Aquí está la imagen de Cristo crucificado, en madera policromada y la de la Piedad en marfil, ambas son de estilo románico.

Por detrás del Altar Mayor, las naves se conectan entre ellas debido a que no tiene ábside. En esa zona, también, encontramos la cripta de Diego Portales, con una lápida de mármol.

Finalmente, encima del Altar Mayor, vemos la cúpula circular ricamente ornamentada y antecedida por dos hermosos vitrales, obra del Compañía Mayer de Munich, Alemania (1905-1912), encargados por Cremonesi. Ambos vitrales son de estilo renacentista y la técnica es de vidrio pintado y horneado, son apaisados (horizontales) con arco extendido y en excelente estado de conservación. Uno tiene como tema a Cristo y sus Apóstoles y el otro, Cristo y su Iglesia, en el cual se puede identificar a distintos Santos.

Las naves laterales tienen el cielo de manera tal, que se van generando pequeñas cúpulas que van separadas por arcos de medio punto , todo ornamentado con molduras doradas. Las cúpulas están pintadas de celeste y detalles dorados, insinuando un cielo estrellado, una conexión con lo celestial.

Debajo de cada cúpula encontramos un vitral, también de la Compañía Mayer, que en total suman 16 vitrales (8 piezas en cada nave), de estilo renacentista y técnica de vidrio pintado y horneado. Son horizontales con arco de medio punto y tienen el retrato de un Santo, el nombre está indicado en el mismo vitral. La mayoría se encuentran en buen estado de conservación y algunos tienen pequeñas restauraciones.

Más abajo, encontramos algún altar o monumento.

Nave Poniente (por entrada principal)

- Acceso a la Parroquia del Sagrario con la imagen de la Virgen del Carmen.
- Altar del Apóstol Santiago (patrono de la ciudad). Imagen policromada, de origen europeo.
- Altar de San Miguel de Arcángel. Imagen policromada, realizada posiblemente por la Compañía Mayer.
- Altar de la Virgen Dolorosa. Donado por la Hermandad de Dolores.
- Altar de Nuestra Señora del Tránsito (de la Asunción). Pintura.
- Acceso a la Capilla del Santísimo Sacramento. Construida por Ignacio Cremonesi. Cuidadosamente ornamentada, el altar (con frontis de plata repujada) fabricado en los talleres jesuitas de Calera de Tango, data del siglo XVIII; los objetos de plata también. La lámpara es del siglo XVII.
- Altar den San José con el niño Jesús.
- Altar de Jesús Crucificado. Imagen en madera tallada, policromada, según se dice fue donado por el Rey Felipe II de España. Las imágenes de los santos, serían obra del escultor chileno Nicanor Plaza en 1870.
- Acceso a la Sacristía.
- Monumento Sepulcral de Monseñor Rafael Valentín Valdivieso.

Nave Oriente (por entrada principal)

- Monumento a los Héroes del Combate de la Concepción. De estilo neogótico y de mármol blanco, de 1912.
- Altar de San Francisco de Sales.
- Altar de San Francisco de Paula.
- Altar de San Alberto Hurtado.
- Altar de Santa Teresa de Los Andes.
- Altar de la Ascensión del Señor.
- Altar de Nuestra Señora del Carmen (patrona de Chile). Se cree que es obra de Jacques Pilliard, fechada en Roma, 1864.
- Altar de Nuestro Señor Jesucristo.
- Altar de San Pedro. Pintura.
- Monumento Sepulcral de Monseñor Joaquín Larraín Gandarillas (fundador de la Universidad Católica de Chile).





(DOCUMENTO DE: www.iglesiaspatrimoniales.cl, Leticia Martínez y Cristian Díaz, 2011)








(DOCUMENTO DE: “Cosas de la Colonia“, José Toribio Medina, 1952, 
2º edición (recopilación de sus dos series)


(DOCUMENTO DE: "Historia del Arte del Reino de Chile", Pereira Salas, 1965)